Ocurrió en Brasil. El empresario descubrió, de forma amarga y tras recibir amenazas, que no se puede contentar a todos.
Una panadería localizada en el sur de San Pablo se convirtió en el centro de una bizantina discusión socio-lingüística-gastronómica que estuvo cerca de pasar de lo absurdo a lo trágico.
Todo comenzó cuando Sérgio Proença, dueño de la Panadería Aveiro, leyó un comunicado de la gremial a la que pertenece, el Sindicato de las Industrias de Panadería y Confitería de São Paulo.
En el envío, la corporación recomendaba modificar el nombre de un dulce tradicional, llamado Nega Maluca (Negra Loca), por uno que no tuviera visos ofensivos.
La periodista Mónica Bérgamo explicó en su columna en el periódico Folha que el texto de la gremial de panaderos explicaba a sus afiliados que ciertas denominaciones tradicionales “hoy ya no se aceptan”.
“Como un ejemplo llamativo de estos cambios en el comportamiento social, los nombres tradicionales […] que se han comercializado durante muchos años en nuestras panaderías, y que incluso fueron vistos con simpatía, ya no son aceptados y pueden generar vergüenza y acusaciones de crimen racial, machismo, prejuicio”, detallaba el comunicado.
El texto no se limitaba a la torta antes mencionada, sino que incluía varias especialidades reposteras, como un dulce llamado desde siempre “Lengua de suegra”.
Así las cosas, Proença tuvo la desdichada idea de cambiar el nombre del pastel y sustituirlo por un torpe eufemismo: Torta Afrodescendiente.
Sin embargo, el remedio fue peor que la enfermedad. Según el citado periódico, la imagen del pastel con el nuevo nombre se hizo viral en las redes, y el pasado martes un grupo de clientes se presento en masa -nunca mejor dicho- en el comercio, exigiendo que se modificara la modificación.
El empresario dijo que, además de pedir por las malas el cambio de nombre, los individuos amenazaron a los trabajadores que atendían al local en ese momento.
Proença decidió en ese momento llamar al conflictivo producto “Torta Chocoball”, pero al final de cuentas optó por regresar al nombre original, y las etiquetas con la leyenda “Nega Maluca” volvieron a su sitio.
“No sabemos si ir a la derecha, a la izquierda, arriba o abajo”, se quejó el panadero, explicando que su personal está ‘desorientado’. Por ello, anunció que se pondrá en contacto con el Sindicato de las Industrias de Panadería y Confitería de São Paulo para resolver el problema.
El término nego (derivado de negro) es de uso en frecuente en Brasil y no suele utilizarse de forma peyorativa. De hecho, la expresión se usa también para dirigirse a personas de piel blanca, como ocurre en nuestro país con expresiones como “mi negro”, o “negrito”.
Sin embargo, en determinados contextos sí puede resultar racista, y no son pocos los que consideran que, en cualquier caso, resulta por lo menos condescendiente.
Montevideo Portal