Los líderes de la UE cierran un acuerdo histórico con 390.000 millones en transferencias directas

Los líderes de la UE cierran un acuerdo histórico con 390.000 millones en transferencias directas

El paquete final, de 750.000 millones de euros, modifica el equilibrio entre créditos y subvenciones, aumenta las compensaciones al norte y refuerza la condicionalidad para asegurar reformas de calado

Costó más de 90 horas consecutivas de reuniones, cientos de encuentros bilaterales y un buen número de disgustos, pero en la madrugada del lunes al martes, a las 05.30 y con el sol despuntando en Bruselas, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 han logrado un acuerdo esencial para cerrar el Presupuesto de la Unión hasta 2027 y el Fondo de Recuperación tras la pandemia. Un paso sin precedentes, un mecanismo inédito de hasta 750.000 millones de euros para ayudar a los países más afectados, incluyendo hasta 390.000 millones de euros en transferencias directas.

Esta vez no será como siempre. No han hecho falta años para poner en marcha los mecanismos necesarios, sino semanas, apenas unos meses desde los primeros casos detectados en suelo europeo y batir un récord de 20 años, desde Niza, con el Consejo Europeo más largo de la historia. La solución no será sólo con préstamos, sino que habrá importantes subvenciones financiadas con una emisión sin precedentes de la Comisión Europea en los mercados. Y habrá condicionalidad, reformas para poder acceder a las ayudas y desembolosos, pero no Troika o Memorandos de Entendimientos como los de los rescates de la última crisis.

Hemos mostrado responsabilidad colectiva y solidaridad, hemos mostrado que creemos en nuestro futuro común. Este acuerdo es una clara señal de que Europa es una fuerza de acción. Este acuerdo será un momento crucial en el viaje europeo. Es la primera vez en la historia que nuestro presupuesto se vincula a los objetivos climáticos. Que el respeto del estado de derecho es una condición necesaria. La magia del proyecto europeo funciona gracias a las cooperación, la voluntad de trabajar juntos, de superar dificultades, a la capacidad de de enfrentarnos a todo unidos”, ha celebrado en una conferencia de prensa Charles Michel, el coordinador de la reunión.

Europa ha demostrado que es capaz de abrir nuevos caminos en una situación tan especial”, ha destacado la canciller Merkel. “No solo es una de las cumbres europeas más largas de la historia, también es un día histórico para Europa”, se ha unido Macron. “Es un gran acuerdo para Europa y para España. Se ha escrito una de las páginas más brillantes de la historia europea. Es un auténtico Plan Marshall”, coincide Pedro Sánchez.

El Marco Financiero para el periodo 2021-2027 será menor que el anterior, algo inevitable después de que el Brexit privara de un contribuyente neto decisivo como Reino Unido. La cantidad pactada será de 1,074 billones de euros. Menos del 1,1 que pedían la Comisión o España, pero más que el billón escaso que pedían los frugales. Pero incluye inevitablemente rebajas en la PAC y en Cohesión, las dos partidas principales. La UE se quiere modernizar, pasar a la digitalización y la transición verde, y eso implica cortes en las grandes partidas históricas.

Durante los últimos cuatro días, Emmanuel MacronAngela Merkel y otros líderes europeos han sostenido, en público y en privado, que un Plan de Recuperación europeo frente a los desastres del coronavirus tenía que tener, como mínimo, 400.000 millones de euros en transferencias directas no reembolsables. Dinero que la Comisión Europea capte en los mercados y vaya repagando desde 2026 hasta 2058 para que los países de por sí más endeudados no acaben sepultando en compromisos a las próximas generaciones. La propuesta original franco-alemana, y de la Comisión Europea, era medio billón de euros, pero la negociación que arrancó el viernes por la mañana y que seguía abierta en Bruselas forzó a ir recortando y recortando.

ROMPER EL UMBRAL DE LOS 400.000 MILLONES

Portugal, España o Italia decían que romper el umbral de los 400.000 no es sólo algo político y simbólico (pues ya es una concesión del 20% a los austeros), sino un problema económico, porque el efecto macro sería insuficiente para el total del continente. El problema es que la propuesta ‘final’ del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, presentada en la tarde de ayer, se quedada en 390.000 millones. Era su apuesta tras dos días de infinitas conversaciones, bilaterales y en grupo y un fin de semana de encierro y torturas. Creía que ahí (y sólo ahí) podía estar el punto de inflexión. Y tenía razón: Países Bajos y los frugales, tras una batalla que dejará cicatrices, dieron su visto bueno. Por fin.

Tras 48 horas de agresividad, reproches, juego sucio y total pesimismo surgió la voluntad y prevaleció el sentido común. Los últimos dos días han sido extraños en Bruselas. Las grandes reuniones de líderes son siempre una incógnita, no están sujetas a reglas y corsés, pero los Consejos Europeos tienden a seguir una agenda, una escaleta, razonablemente previsible. Y cuando el formato se altera completamente, interpretar los ritmos, las posiciones y las posibilidades de acuerdo resulta mucho más complicado. El domingo la reunión tenía que haber empezado a las 12.00 del mediodía, pero los líderes se sentaron juntos por primera vez pasadas las 19.00 h. para cenar. A diferencia de los dos días anteriores, se pasaron la noche en vela y no pararon hasta que el sol ya había despuntado en Bruselas.

Funcionó, porque se pasó del vuelo de cuchillos y reproches a la esperanza el lunes por la mañana. “Espíritu positivo para un acuerdo”; dijo Macron a su llegada. “Tenemos un marco”, dijo la canciller Angela Merkel. “La sensación es que después de una negociación muy difícil y varios compromiso, nos movemos hacia un acuerdo”, se sumó el croata Plenkovic.

“Estos días, España ha mantenido una posición constructiva con un objetivo claro: llegar a un acuerdo. Haciendo un ejercicio de diálogo, escucha, hablando con todos los líderes, sobre todo con los países menos receptivos a las transferencias. No hay gobiernos más o menos europeístas, todos tenemos nuestra perspectiva de cómo tiene que ser la respuesta”, dijo el español Pedro Sánchez rebajando el tono y no alineándose con el italiano Conte, que en la víspera acusó a los frugales de estar contra las instituciones y el proyecto europeos. “Diálogo, empatía, determinación, responsabilidad. Necesitamos este acuerdo, y esperemos que en las próximas horas”, añadió el presidente, poniendo la otra mejilla y pidiendo a sus rivales más fieros estos días que ellos también se pongan en sus zapatos.

RECORTES PARA EL COMPROMISO

La jornada de ayer estuvo marcada por los recortes. El esqueleto del acuerdo está bastante claro desde el primer minuto de esta Cumbre: menos transferencias, condicionalidad más dura para las reformas y los desembolsos y unos cheques compensatorios para los contribuyentes netos. Pero faltaban los ceros. Michel, bien pasada la tarde, propuso un Fondo de Recuperación todavía de 750.000 millones, con 390.000 millones en trasferencias y 360.000 en créditos. Y mantuvo su idea de un Marco Financiero 2021-2027 de 1,074 billones.

La idea fulmina más de 100.000 millones en subvenciones directas, lo que implicaría tajos brutales en el llamado Fondo de Transición Justa para economías no verdes, que pasaría de 30.000 a 10.000 millones de euros (algo inaceptable para Polonia). Para la I+D, que baja de 13.500 a 5.000 millones. Los Fondos de Desarrollo Rural, que caen a menos de la mitad (7.000 millones), Horizon UE (apenas 5.000 millones), o el programa de Salud, que desaparecería completamente. No por casualidad, los programas que dependen ‘de Bruselas’ y no de las capitales.

España podría sufrir algunas pérdidas respecto a los 140.000 millones a los que aspiraba, a la falta de concretar los detalles, pero en todo caso menos que otras, pues el grueso de sus transferencias venían del mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Fuentes del Gobierno italiano, por ejemplo, indican que su país tendrá las mismas transferencias y optaría incluso a más préstamos. Y algo así podría ocurrir con el nuestro.

En la parte de la Condicionalidad, el holandés Mark Rutte se sale parcialmente con la suya. El borrador presentado para la cena, con bastante consenso, permite que un país (o más) puedan verbalizar sus dudas sobre el cumplimiento del Plan Nacional de Reformas de otro y la evaluación de la Comisión, lo que exigiría que los jefes de Estado y de Gobierno tuvieran que abordar el tema en persona (en el siguiente Consejo Europeo, pero en principio no por unanimidad.

Quizás no sea un veto, pero sí se podría retrasar hasta en tres meses todo el proceso, lo que reduce la ventana de oportunidad y complica mucho la vida a los países que como España o Italia más necesidades tienen, pero cuya habilidad absorbiendo fondos y gestionando proyectos está en cuestión. “Paradójicamente, el sistema, el saber que habrá un par de ojos más mirando, puede hacer que no sea necesario usarlo nunca”. ha afirmado Rutte, apuntando a que todos tendrán mucho cuidado en las reformas que prometen y su cumplimiento si no quieren encontrarse un obstáculo político y una crisis de imagen seria en la Unión.

El tercer elemento son los cheques compensatorios. La tabla anterior fijaba que Dinamarca recibiría un factor corrector de 222 millones; Austria, 287; y Suecia, 823. Alemania recibiría 3.671 y Países Bajos, algo más de 1.575 millones. Con la última revisión actualizada para seducirles, Dinamarca subiría a 377 millones. Austria doblaría hasta 565 millones. Suecia gozaría de 1.069 millones y Alemania seguiría con sus 3.671. Son regresivos, son un problema para el Parlamento, la comisión y la mayoría de los socios. Y son carísimos, más de 50.000 millones de euros hasta 2027. Pero también, en estos momentos, son innegociables e imprescindibles para un acuerdo.

ESTADO DE DERECHO

Otra de las cuestiones más delicadas este largo fin de semana ha sido la del Estado de Derecho: esto es, si el desembolso de los fondos europeos en el Presupuesto debe de estar vinculado inexorablemente al respeto escrupuloso de las normas comunitarias. Hungría y Polonia tienen expedientes abiertos desde Bruselas, apelando al Artículo 7 de los Tratados, el arma más poderosa (aunque poco efectiva) del acervo, y muchos socios, con Países Bajos a la cabeza, han apretado estos días. El resultado final, sin embargo, ha quedado muy aguado. Viktor Orban tenía como primera y a ratos única prioridad que eso no se materializara, y ha sabido leer bien la situación, mover sus fichas y condicionar su apoyo (y posible veto) al lenguaje que se utilizara. Que es mucho menos concluyente que el recogido en la propuesta inicial del presidente Charles Michel. Para muchos en un sacrificio doloroso, pero para la mayoría, inevitable. Se volverá al tema, no queda zanjado, pero la prioridad estaba clara y fuentes diplomáticas aseguran que hay otros formatos y formas de abordarlo.

LA RATIFICACIÓN

Una vez que los líderes han dado el visto bueno, se abre ahora el proceso de ratificación, que incluye un voto del pleno del Parlamento Europeo. Durante meses, los diputados han presionado y aprobado resoluciones pidiendo ambición y que no hubiera trucos contables. La cámara quería un paquete más ambicioso, más cantidad de transferencias, un Presupuesto mucho más grande y, especialmente, mucha más voluntad en la parte de los llamados recursos propios. La UE se financia sobre todo con las aportaciones nacionales, y apenas recolecta de ciertas cuestiones aduaneras y el IVA. La idea para los próximos siete años es ingresar más gracias a elementos como una tasa sobre los plásticos o la posibilidad de peajes en frontera por la emisión de carbón.

Con ese dinero, de hecho, se pagarías los intereses y el capital de la deuda que la UE va a emitir en los mercados para financiar sus planes. Pero con lo que hay sobre la mesa no salen las cuentas. A pesar de ello, no hay miedo entre los 27. No creen que el Parlamento vaya a bloquear nada después de tanto esfuerzo y defienden que la propuesta es histórica, ambiciosa y que de hecho tiene más transferencias (390.000) millones que créditos (360.000).

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