En la vida, muchas veces lo que marca la diferencia no es solo el talento, ni siquiera las oportunidades, sino la actitud con la que enfrentamos cada desafío. La actitud es lo que nos impulsa a levantarnos cuando caemos, a persistir cuando parece más fácil rendirse, a mirar hacia adelante incluso en los momentos más difíciles.
Esa misma lógica, que vale para cada persona, también se aplica a las comunidades y a los gobiernos. Y en Salto, en menos de dos meses, se ha demostrado que la actitud vale y se nota.
Con Carlos Albisu a la cabeza, la Intendencia de Salto ha mostrado otra actitud: la de un equipo con ganas de cambiar, de mejorar, de ponerse al servicio de la gente. Y los resultados están a la vista. Lugares olvidados y descuidados hoy vuelven a ser disfrutados por todos: el muelle negro recuperado, los espacios naturales libres de malezas, la cultura nuevamente priorizada con actividades que nos reencuentran con nuestra identidad.
También hay un intendente presente, cercano a la gente, rescatando la importancia de los actos patrios y de nuestras tradiciones, algo que parecía perdido en los últimos años. Porque la actitud no solo transforma la gestión, también devuelve la confianza a la ciudadanía.
Venimos de un gobierno que se había empachado de poder, que se sintió impune y terminó subestimando a la gente. Hoy vemos lo contrario: un equipo con actitud positiva, con humildad, con ganas de hacer, buscando soluciones y trabajando para que Salto sea lo que merece ser.
La actitud es la base del cambio en positivo. Y cuando hay actitud, el camino hacia el desarrollo deja de ser una aspiración para convertirse en una realidad que ya empezó a construirse.
Facundo Marziotte
