Al anunciar su propia alta hospitalaria este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó un consejo llamativo: “No le tengas miedo al Covid. No dejes que domine tu vida”, tuiteó.
Trump relativizaba así el peligro de un coronavirus que ya ha matado a más de 210.000 personas en su país -el más afectado del mundo- y que lo envió a él mismo al hospital el viernes con fiebre alta y una baja en sus niveles de oxígeno.
Pese a la seguridad que Trump intentó transmitir sobre su salida del hospital y regreso a la Casa Blanca, al sostener que se siente “realmente bien”, la incertidumbre sobre su salud aún es grande.
Sus médicos y colaboradores han evitado responder con claridad preguntas básicas sobre cuándo se enteró el presidente que estaba enfermo, o si las imágenes de sus pulmones muestran daños por el covid-19.
Tampoco se sabe cómo conducirá Trump el gobierno de la mayor potencia planetaria desde una Casa Blanca con un brote creciente de casos de coronavirus y con él mismo aún sin salir del peligro, según dijo su médico, Sean Conley.
La confusión ha sido una característica frecuente del gobierno de Trump, pero EE.UU. ha entrado en un nivel extraño de desconcierto en medio de la pandemia y a menos de un mes de las elecciones presidenciales.
“Creo que esto es un colapso de la verdad”, dice Andrew Norris, un profesor de ciencia política en la Universidad de California en Santa Barbara y coautor del libro “Verdad y Democracia”, a BBC Mundo.
“Estado de crisis”
Trump ha buscado retar la realidad desde el día en que asumió la presidencia.
Su afirmación de que a aquel acto asistió la “mayor audiencia de la historia de los discursos inaugurales” chocó con las pruebas que muestran otra cosa.
La entonces asesora presidencial Kellyanne Conway sostuvo que eran “hechos alternativos”, lo que llevó al periodista Chuck Todd a advertirle que “hechos alternativos no son hechos: son falsedades”.
Pero Trump mantuvo sus intentos de establecer diferentes narrativas: desde contradecir a sus agencias de inteligencia sobre la interferencia de Rusia en las elecciones que ganó en 2016, hasta restarle gravedad al coronavirus este año.
El presidente desafió a los expertos de su propio gobierno, por ejemplo al decir que el virus desaparecería como un “milagro” o sugerir tratamientos para el covid-19 sin base científica; y más recientemente retomó los actos masivos de campaña para su reelección.
Ahora él, su esposa Melania, su secretaria de prensa, la propia Conway, su jefe de campaña y otros asesores y senadores republicanos han dado positivo por covid-19.
Se sospecha que muchos de estos contagios ocurrieron durante un evento en la Casa Blanca a fines de septiembre por la nominación que Trump hizo de la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema de Justicia.
Pero, en otra señal de desinterés por establecer los hechos en base al consejo de la ciencia, la Casa Blanca ha evitado rastrear los contactos de quienes asistieron a ese acto.
El hecho de que los médicos de Trump eviten revelar cuándo fue la última vez que el presidente dio negativo en un test de covid-19 tampoco ayuda a arrojar luz sobre lo ocurrido.
Y que el presidente haya vuelto a restarle importancia al virus antes de dejar el hospital parece echar por tierra la posibilidad de que corrija su manejo de la pandemia, pese a que más de 20 estados del país registran alzas de contagios.
Norris compara que el coronavirus ya ha cobrado muchas más vidas de estadounidenses que la guerra de Vietnam, pero esta vez no asoma ningún cambio de rumbo del gobierno.
“Me parece que estamos en un estado de crisis que va a durar algún tiempo, y no tengo claro cómo vamos a salir”, reflexiona. “La verdadera crisis es el colapso de la gobernanza efectiva en este país y el surgimiento de una política de movimientos que ignora la verdad”.
“Hay un riesgo”
Conley, el médico de Trump, sostuvo en la tarde de este lunes que “en las últimas 24 horas el presidente siguió mejorando” y “cumplió o excedió todos los criterios estándar de alta hospitalaria”.
Los estadounidenses miden la credibilidad de ese médico, que el domingo admitió haber presentado a la opinión pública un panorama optimista de la situación de Trump.
Lo justificó sugiriendo que buscaba satisfacer al presidente: “No quería dar ninguna información que pudiera desviar el curso de la enfermedad”.
Ahora Trump, aún bajo medicamentos y esteroides recomendados para casos graves de covid-19, ha recibido el alta hospitalaria antes de los siete a diez días marcados como cruciales por los doctores para conocer la evolución de los enfermos.
El propio Conley dio una pauta de la incertidumbre que plantea la enfermedad de Trump, cuyos 74 años y moderada obesidad lo vuelven un enfermo de mayor riesgo.
“Si podemos llegar al lunes con él igual o mejorando aún más, entonces todos daremos ese último suspiro de alivio”, dijo.
Trump hizo de su salida del centro médico Walter Reed en Bethesda, Maryland, un evento político en sí mismo.
“¡¡¡Volveremos pronto a la Senda de Campaña!!! Las Noticias Falsas sólo muestran las Encuestas Falsas”, tuiteó en alusión a los sondeos que lo colocan varios puntos detrás de su rival demócrata Joe Biden a nivel nacional.
Al dejar el hospital saludó, sacudió su puño derecho en señal de fuerza y alzó su pulgar.
Y, tras llegar a la Casa Blanca en helicóptero y subir unas escaleras, se quitó la máscara facial que llevaba y que muchas veces ha evitado usar en público.
“No dejes que el virus te domine”, insistió en un video grabado luego sin hacer referencia a los 210.000 muertos.
Pero hay más preguntas abiertas con la cuenta regresiva hacia las elecciones del 3 de noviembre: ¿qué cuidados o limitaciones tendrá Trump ahora? ¿Cuándo y cómo retomará la campaña?
¿Y lograrán los republicanos su propósito de confirmar a la jueza Barrett e instalar una sólida mayoría conservadora en la Corte pese a que dos de sus senadores dieron positivo de coronavirus?
Trump tiene mejor atención médica que la enorme mayoría de los estadounidenses que han padecido covid-19, pero en el video grabado al llegar a la Casa Blanca sostuvo que tomó una decisión arriesgada.
“Nadie que sea un líder no haría lo que hice. Y sé que hay un riesgo, un peligro, pero está bien. Y ahora estoy mejor. Y tal vez soy inmune, no lo sé”, dijo, aunque la ciencia aún investiga si quienes se recuperan de covid-19 desarrollan realmente inmunidad.
- Gerardo Lissardy
- BBC News Mundo, Nueva York