Colectivos feministas y disidencias marcharon en diversos puntos del país y en la rambla de Montevideo leyeron el mensaje de la Intersocial.
Pañuelos, pancartas, banderas, glitter (brillantina), remeras: todo violeta. Al grito de “feminista soy”, una multitud protestó por desigualdad, violencia y falta de respuestas. Una nueva marea violeta, un nuevo 8 de marzo encontró a colectivos feministas y a feministas autoconvocadas en una denuncia colectiva contra la violencia de género.
“Juntas en todos los espacios contra todas las opresiones”, fue la consigna propuesta por la Intersocial Feminista este año, una de las organizaciones convocantes.
Como todos los años, la marcha se desarrolló por la principal avenida de la capital. Los puntos de partida y encuentro fueron: la plaza Independencia, la plaza de los Treinta y Tres y la Universidad de la República. Los distintos grupos confluyeron al atardecer en Ejido y la rambla.
La proclama
La proclama de la Intersocial Feminista que las manifestantes leyeron en la rambla de Montevideo y que representantes del PIT-CNT entregaron en Torre Ejecutiva dice lo siguiente:
“Somos un tejido diverso y en lucha. Somos mujeres, lesbianas, trans. Somos afro, mestizas y blancas. Somos madres o queremos serlo. Nacimos aquí o migramos desde lejos. Hoy elegimos caminar juntes hasta el mar porque defendemos nuestros cuerpos de la violencia, pero no podemos sostener estos cuerpos de mujeres, estos cuerpos trans, no binaries, estas cuerpas gordas, sin defender nuestros territorios del despojo y envenenamiento, y esto implica cuidar la vida humana y no humana.
Por eso aquí estamos otra vez en las calles, otra vez en huelga feminista para gritar que si paramos nosotras y nosotres se para el mundo.
Porque sabemos de los graves problemas a los que nos enfrentamos.
La violencia con su cara más terrible, el feminicidio, la trata y la violación.
Violencia ante la cual la justicia estatal responde de forma absurda e injusta.
Solo piensa en el castigo y más penas, pero nosotras sabemos que justicia feminista es que no pase nunca más.
Violencia que también es racista y colonizadora. Violencia que desgarra nuestros vínculos, daña nuestra salud psíquica y física y deja profundas heridas sociales.
Violencia también es la precarización de nuestras vidas, de nuestros trabajos, la imposibilidad de acceder a una casa digna donde vivir, más si somos migrantes. Todes sabemos de nuestros malabares para llegar a fin de mes, de los precios por las nubes.
Sabemos de los problemas a los que nos enfrentamos día a día todas aquellas que cuidamos y sostenemos la vida en las casas y fuera de ellas. Aquellas que maternan en esta sociedad que las deja solas y les devuelve solo culpa. Somos nosotras también las que cuidamos en el mundo laboral, sostenemos la sobrecarga de trabajo en la educación, la salud física y mental, y los cuidados en condiciones paupérrimas agravadas por la pandemia.
Pero también sabemos de la fuerza que hemos recreado y de nuestros deseos de cambiarlo todo.
Queremos cuidar y ser cuidades, por eso reinventamos tramas feministas para sostener nuestras vidas y la lucha.
Queremos que no haya ni una muerta ni una desaparecida más.
Queremos un mundo donde el trabajo sea para sostener la vida, donde la violencia no se siga multiplicando como una peste, donde tengamos salud digna y educación feminista, donde la educación sexual integral esté presente en todos los espacios.
Un mundo donde tengamos casas donde vivir y tiempo libre para el disfrute, donde el arte no sea mercancía sino una forma de contar el mundo y reencantarlo.
Queremos lanzar nuestras voces y seguiremos haciéndolo para que nadie más hable por nosotras y nosotres.
Ni quiera controlar ni tutelar nuestros cuerpos ni nuestras prácticas políticas. Ningún patriarcón hará la revolución, de ahora en adelante nada sin nosotras.
Hoy caminamos hacia el mar porque somos agua.
Porque nuestra fuerza arrasa y desborda. Fluimos hacia lugares inesperados, permeamos y nacemos desde lo profundo. Somos ríos, mares, arroyos, cañadas. Somos rebelión, movimiento, libertad. Somos diluvio sobre la tierra árida, brotamos desde los espacios más pequeños e impensados. Somos agua porque dejamos huella por donde pasamso, llevamos vida, nuevas formas de ser y estar en el mundo. Creamos tejidos capaces de volverse sostén, embalse y refugio, o de emerger e inundarlo todo.
Somos agua cuando la realidad es piedra.
Somos marea transformando todos los rincones.
¡Viva el 8 de marzo! ¡Viva la lucha feminista para cambiarlo todo!”
Mensajes
En manos de las manifestantes se hubo pancartas con mensajes como: “¿Dónde están nuestras gurisas? Basta de desaparecerlas”.
Para muchas fue su primera manifestación. Para otras, una más. Pero todas coincidieron en una misma urgencia: “Paren de matarnos”. “No es un día para festejar, es para luchar por las que ya no están y por nuestros derechos”, dijo una de las manifestantes a Montevideo Portal, mientras sostenía un cartel en el que se leía: “Resistimos para existir”.
La concentración fue diversa. Mujeres de todas las edades se reunieron, y también hombres y niños se hicieron presentes en apoyo a una lucha contra la desigualdad estructural y el sistema patriarcal.
La marcha transcurrió con tranquilidad, entre aplausos y cánticos. “Tocan a una, tocan a todas”, se escuchó a viva voz. “¿Te cansás de oírlo? Nosotras de vivirlo”, fue la inscripción de algunos de los carteles.
Al ritmo de la batucada, la multitud se encaminó hacia Ejido y Rambla para la lectura de la proclama. Entorno a uno de los fogones que las manifestantes armaron en la rambla montevideana, algunos grupos entonaron: “El Estado opresor es un macho violador”.
Montevideo Portal