El reciente rechazo de UTE a aplicar una tarifa eléctrica diferencial para el norte del país vuelve a dejar en evidencia una realidad incómoda:
en Uruguay, la igualdad se pregona, pero no se practica cuando hay desigualdades climáticas reales.
Mientras las olas de calor extremo se repiten año tras año y el consumo eléctrico en el norte se dispara por razones de salud y supervivencia —no de confort—, se mantiene un esquema tarifario uniforme que ignora deliberadamente las diferencias territoriales.
La propuesta de Tarifa Eléctrica con Justicia Climática buscaba algo elemental:
reconocer que no todos los hogares enfrentan las mismas condiciones climáticas,
proteger la salud de las personas,
y evitar que refrigerarse sea un privilegio.
Sin embargo, la respuesta volvió a ser la misma de siempre: no.
Gobiernos pasan, promesas quedan
Lo más grave no es solo la decisión actual, sino el silencio acumulado.
Porque esto no empezó hoy.
Durante los gobiernos del Frente Amplio y luego de la Coalición, el norte del país siguió esperando una política energética diferenciada que nunca llegó.
Cambian los colores, cambian los discursos, pero el resultado es el mismo:
el calor extremo sigue golpeando,
las tarifas suben,
y la respuesta no aparece.
Responsabilidades locales que no pueden eludirse
Este problema no es únicamente económico.
Es salud pública: adultos mayores, niños y personas con enfermedades crónicas expuestas a temperaturas extremas.
Es dignidad: hogares que deben elegir entre pagar la luz o soportar el calor.
Y también es informalidad, porque cuando el sistema formal se vuelve inaccesible, muchas familias se ven empujadas a conexiones precarias y riesgosas.
Cuando el Estado no da respuestas, la gente sobrevive como puede.
UTE gana, el norte resiste
Todo esto ocurre mientras UTE cerró su último ejercicio con ganancias millonarias, y al mismo tiempo se aprobó un aumento en las tarifas eléctricas que impactará directamente en hogares y pequeñas y medianas empresas.
La pregunta ya no es técnica.
Es política, ética y social:
¿Puede hablarse de igualdad cuando no se reconocen desigualdades climáticas evidentes?
¿Cuántos veranos más tiene que esperar el norte?
El pueblo no necesita más anuncios ni promesas.
Necesita decisiones concretas.
