Pido disculpas a los católicos y cristianos todos, por utilizar una figura religiosa tan importante como el “Sermón de las Siete Palabras” para titular esta nota. No se trata de un material confesional, sino de tomar esa síntesis de contenidos trascendentales para los cristianos, para contrastar con actitudes mundanas absolutamente alejadas del significado de las póstumas palabras de Jesús, ya crucificado. Lo hago al coincidir el Viernes Santo con la aparición de este contenido, eminentemente político. Siguiendo opiniones teologales, me permito considerar el llamado Sermón de las Siete Palabras, como un resumen del pensamiento de Cristo, en la cúspide de su sufrimiento, cuando se sentía morir. En verdad no son siete palabras, sino que los Evangelistas históricos (no confundir con quienes hoy días denominamos “evangélicos”) así llaman a siete frases atribuidas a Jesús en sus últimos instantes en la Cruz. No es del caso citarlas, valga decir que son el centro de la entrega del Cristo. Como tales deben ser consideradas indiscutibles para quienes siguen la religión y seguramente referencias históricas para los que sin compartirlas, las respetan como unas de las bases del Humanismo.
En este día del Sermón, me causan preocupación y rechazo expresiones que son la antítesis de las pronunciadas en el Gólgota.
Hay hechos políticos en este momento que me motivan; seguramente habrá muchos más que los que citaré, aunque habitantes de países moralmente más convulsionados que el nuestro, consideren que Uruguay está por fuera de las “campañas políticas sucias”. Los hay; como muestra puede verse La Vanguardia de Barcelona de hace unos días. Con caricaturas, respetuosas, de Mujica, Sanguinetti y Lacalle Herrera, el periodista y escritor John Carlin (británico/español) titula su artículo “Sentir vergüenza de ser español”. El británico, después de conversar con los tres ex presidentes los alaba, a ellos y al país, por su posición ante la iniciada campaña electoral y su llamado a tener una puja democrática.
Saludable lo transmitido al mundo por los ex presidentes y la imagen que de Uruguay se genera al otro lado del Atlántico. La cosa es en estas costas.
Me ha chocado mucho leer en La Diaria, de aquí del paisito, un artículo que refiere a algo así como “Análisis de siete afirmaciones de Delgado” o algo similar, vinculadas al discurso del lanzamiento del delfín de Lacalle Pou. Si John Carlin lo conociera y comparara con la realidad, podría cambiar de idea.
Algunos puntos a mostrar de las siete afirmaciones (nada que ver con las Siete Palabras) . Delgado, según el periódico, dijo que este gobierno bajó el déficit (MENTIRA), y bajó la deuda externa (MENTIRA) y redujo la inflación a la mitad (MIRADA CON UN SOLO OJO, o sea sin consistencia).
Si quien se ha ungido como continuador del modelo concentrador y no distributivo de la riqueza nacional, maneja con tanta liviandad conceptos engañosos, creo que intenta hacer “campaña engañosa”, algo muy similar a “sucia”.
Más que un choque, he sufrido una embestida con el cruce de audios y desmentidos de la interna de una candidatura que se cobija en el Frente Amplio. Como superviviente de 1971, año fundacional del FA, me duele que en su nombre se haga política con instrumentos que el Frente bregó por desterrar: amiguismo, regalo de bienes públicos y engaños. A pesar de las desmentidas aparecidas públicamente, los frenteamplistas informados y desinteresados de Salto, creemos las versiones de la obligatoriedad de militancia para obtener terrenos u otros beneficios y otras prácticas deleznables citadas. Lo dicen referentes de una línea partidaria.
Quienes estamos seguros de que un país diferente al de la oligarquía, se construye sobre bases más honestas, seguiremos trabajando y entregando nuestra vida para que los principios frenteamplistas sean acciones y no sólo discursos.
Los que piensen que con estas afirmaciones dañamos al Frente Amplio, están equivocados: no se trata de ganar de cualquier forma, con herramientas desterradas por la fuerza. El partido que nació en 1971, vivirá si se mantiene fiel a su origen. Hay frenteamplistas a lo largo y ancho del país, dispuestos a sudar para que no se prostituya la fuerza creada por Seregni, Zelmar Michelini, Juan Pablo Terra, Rodney Arizmendi, José Pedro Cardozo, Alba Roballo e innumerables anónimos. Muchos de ellos mártires de la idea, como el pedecista Luis “Nucho” Batalla en Treinta y Tres y los comunistas asesinados en la seccional de avenida Agraciada en Montevideo
Mi camino, y seguramente el de miles, no tiene vueltas: es hacia la utopía de un país igualitario, honesto y de esperanzas para todos, también para quienes no nos den su voto.
Barrer bajo la alfombra, sería negar al Frente Amplio.
Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante