¿Qué te han dao que estás tan cambiao…?
Si Enrique Santos Discépolo no hubiera existido, quizás no habría registro tanguero del sentir rioplatense. Sus letras son imágenes vivas del sentimiento popular, individual y colectivo, que se prolonga en el tiempo.
El título trata de sintetizar los primeros versos de MALEVAJE: “ Decí por Dios qué me has dao/ que estoy tan cambiao/ no sé más quién soy ….”. Obviamente para esta nota me he tomado algunas licencias literarias. He cambiado la persona verbal (yo por tu), y en la síntesis del título no quise meter a Dios, que demasiado trabajo tiene. Ambos refieren a que alguien ha cambiado tanto, que está irreconocible.
Hace unos días Federico Magallanes, futbolista que volvió al país después de veinticinco años en Europa, decía que Uruguay está muy cambiado; que ya no vale la palabra, los jóvenes están destruidos por la droga, todo está muy caro y que en otros países la gente habría reaccionado, a pesar de que aquí existe la “garra charrúa”.
Arrimo los conceptos de Discepolín (1928) a los del Pelusa Magallanes (2023) y concuerdo con ambos que hay un gran cambio: en la mentalidad, en la matriz social, en las conductas, o sea en todo. También por supuesto en la realidad política.
Imaginemos al presidente José Batlle y Ordóñez, aplaudiendo en su balcón en la calle Yaguarón, cuando pasaba una manifestación de obreros huelguistas de los tranvías de Montevideo. Y al mismo Batlle al otro día cobrándole una multa a la compañía de tranvías por no haber prestado el servicio. Fácil es comprender que apoyaba el reclamo obrero, y exigía que se lo solucionara para seguir cumpliendo el servicio.
Pensemos en el mismo don Pepe “escuchando” a Sanguinetti decir “nunca perdí una huelga”, o criticando a los sindicatos por generar movimientos negativos para el país al defender sus derechos. Clara manifestación anti obrera, nítida diferencia con el creador del Batllismo, al cual Sanguinetti dice pertenecer.
Demasiado grande y grave el cambio. Material para Discépolo.
Aterricemos en Salto. Desde su creación en 1837 fue gobernado por colorados, blancos y militares, hasta que en julio de 2005 se estrenó el primer gobierno frenteamplista. Ciento sesenta y ocho años de ejecutivos que prácticamente siempre usaron la discrecionalidad para tomar empleados y decisiones estructurales. La llegada del Frente Amplio cambió las normas: hubo concursos y sorteos para cargos y participación popular para decisiones barriales (Presupuesto Participativo). La impronta frenteamplista tuvo cinco años de intensa gestión: 2005/2010; los siguientes gobiernos volvieron a la matriz tradicional, aunque dos ganaron con el lema Frente Amplio. En estas tierras el cambio discepoliano se instaló con contundencia; quizás es la llegada fácil a la masa, en una de esas es la forma de ganar elecciones, tal vez la negación del frenteamplismo. Sea cual fuere el fundamento, digo con preocupación “qué te han dado que estás tan cambiado que no sé quién sos…”. Le hablo a este modelo, que no tiene base, ni columnas ni techos frenteamplistas; podría ser ejecutado con cualquier color tradicional o populista.
El modelo frenteamplista existe; hay que revivirlo.