Por el maestro Ramón Fonticiella: ¿Para qué volvió, presidente?

Por el maestro Ramón Fonticiella: ¿Para qué volvió, presidente?

¿Para qué volvió, presidente?

Si tuviera confianza con el hombre le diría “Luis ¿qué viniste a hacer al Uruguay? Lo que hiciste no justificaba pedir prestado un avión (y deber más favores a particulares), lo definías por teléfono, correo electrónico…o palomas mensajeras”.

Luis Lacalle Pou pudo quedarse a disfrutar el fin de semana en USA, porque la gestión desarrollada desde que llegó fue lamentable.

Con la derrota de Boca en Río, 200.000 argentinos lloraron en la histórica ciudad. Con el contenido de la conferencia del presidente uruguayo, nos frustramos por lo menos tres millones de orientales. No dijo nada que respalde su permanente “Yo me hago cargo”. Lamentablemente sus dichos y sus conceptos solamente aumentaron la desazón de quienes a veces leemos leyes, de quienes desde el Parlamento lo controlan, y de la opinión internacional.

Lacalle le mintió una vez más al pueblo. Disculpe si usted lo votó, pero somos legión los que no entendemos cómo un empleado, que ni político es (Lafuf), pudo acceder a un expediente ministerial y destruir una pieza. Que obró por si mismo, no se lo cree nadie, ni el lacallista más fervoroso. ¿Actuar por detrás del más personalista de los presidentes de este siglo? Imposible; los mandaderos sólo actúan por órdenes superiores. El presidente es una nueva frustración: no dijo la verdad; debió reconocer que se equivocó. El Frente ya le había garantizado que sostendría la institucionalidad, que no iba a traerle un helicóptero para que se fuera del Prado a la Tahona; pero igual ocultó la verdad.

¿Por qué Lacalle insiste con que el pasaporte había que dárselo de cualquier manera? El presidente es abogado, fue legislador toda su vida pública, debe saber que el decreto que esgrime para dar “si o si” el pasaporte no dice ni fundamenta que se entregue a un narco preso para huir. Las condicionantes que impone el decreto 129 del año 2014, que reglamenta la “Expedición de pasaportes comunes, títulos de identidad y de viaje” no fueron todas respetadas (gestión presencial, por ejemplo, artículo 5.)

Estoy triste y preocupado. Lacalle ha dicho que en Uruguay no hubo crisis institucional, solamente política, que las institucionales se dan cuando se actúa por afuera de la ley, dando un golpe por ejemplo. Ni los más cercanos pueden creerle, porque la presidencia actuó por fuera de la ley, dado que los asesores, ministros, subsecretarios, etc. (gente de presidencia) gestionaron cosas al margen de las normas (ocultamiento, destrucción de documento, presiones). No alcanza con que renunciaran. Lo hicieron para parecer responsables. Además, Lacalle aseguró que no hubo violación de la ley ni irregularidades, entonces ¿por qué aceptó las renuncias de ministros claves, como Heber alma viva del herrerismo? Los sacrificó el presidente para calmar la ira de las masas; para seguir blindado, aunque pueda estar involucrado.

Si no fuera dramático, podría catalogarse de ridículo el momento que vive la población. Quienes no entienden de qué se trata, igualmente se contagiarán de los males que estamos denunciando quienes criticamos la acción gubernamental.

Uruguay parece de juguete. Un juguete de Lacalle.

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