Los más jóvenes posiblemente no conozcan la vieja costumbre criolla de “cortar las tormentas” con hacha, cuchillo o tijeras, popular en nuestra campaña hace décadas. Pararse en una esquina de la casa en dirección al temporal que se avecina, hacer tres cruces con un hacha o un cuchillo, era una “simpatía” del paisano para alejar el fenómeno. Tan ingenua como carente de base científica, fue practicada por abuelos de quienes hoy vivimos la tercera edad. ¡Qué útil sería hoy ese recurso, si fuera eficaz! Tenemos una tormenta a cada rato…y vinieron para quedarse.
Al cambio climático no hay brujería ni simpatía que lo frene. Los polos se deshielan, la tierra se calienta cada vez más, los grandes países industriales hace años que postergan decisiones para bajar la temperatura; del Protocolo de Kioto, hasta hoy ha pasado una generación, y seguimos dándole vueltas al destino de la humanidad.
A pesar de la Inteligencia Artificial y de los progresos científicos, parece que quedan personas que creen en las “simpatías” y “venceduras” para mejorar el clima. Lo digo en broma, pero basado en realidades. Mientras se soporta lluvias realmente extraordinarias por magnitud, vientos y tormentas, mientras puentes insumeregibles se tapan de agua y hasta cortan rutas nacionales, cuando las columnas del cableado se caen como palitos, el presidente de la República se saca selfies (autorretratos en castellano), como que con foto y foto cortara el mal tiempo.
Parece broma, pero no lo es. Lo considero un símbolo, una marca de fábrica de una forma de gobernar, que todo lo toma en broma campechana, que busca entretener con tilinguerías, cuando se necesitan planteos de Estado. No crea que siembro malas ondas; describo una realidad nacional: entretener, distraer, confundir a la población para que piense que eso es lo central, aunque se le vuele el techo.
Ante los desastres que soporta el país, de los cuales ni el Pueblo ni el gobierno tienen la culpa, cabe una actitud responsable, comprometida y constructiva del primer ciudadano de la República, el presidente.
Quienes somos modestos laburantes de la actividad política (que a diferencia de Lacalle y su equipo NO vivimos de ella) estamos muy preocupados. No tratamos de meter miedo, pero si, alentamos a pensar el cambio climático en clave de tema de estado. Pensemos, cuántas veces ha habido en el último tiempo desbordes, inundaciones, sequías tremendas, invasión de seres vivos que dañan personas y cultivos (mosquitos, pirañas víboras, bacterias, mamíferos). No aparecen por castigo divino; llegan porque han cambiado las condiciones climáticas de temperatura, humedad, deshielos…todo lo que vemos día a día que sucede.
No se arreglará ni contendrá con el primer mandatario sacándose fotos para pasar a la historia como el más simpático y pintún. Ya deberían estar formados equipos multidisciplinarios analizando el asunto con visión nacional e internacional. ¿Qué gobernante ha planteado estudiar las características de los puentes de las rutas principales, para el caso que sigan los temporales, por ejemplo? Se han quejado de que Montevideo se inunda, en actitud de mezquindad política, pero nadie convoca a consensuar estudios y posibles soluciones en todo el territorio. ¡Nadie puede creer que el cambio climático es esto y nada más! Son más grandes que un edificio los témpanos que se desprenden, por ejemplo, del glaciar Upsala en la Patagonia, dicho sólo a manera de muestra de lo que es y será el aumento de las aguas, y por tanto del caudal de posibles temporales en algún tiempo.
Desde Uruguay no vamos a solucionar el calentamiento global, pero debemos atender nuestra interna. Los arroyos que atraviesan nuestras rutas, por ejemplo, no podrían partir al país en pedazos como en época de las carretas; la infraestructura vial se construyó (¿y construye?) con datos climáticos diferentes a los que llegan. Hay que consensuar soluciones para esta realidad, sin color político.
Lo de las selfies es una muestra, un ejemplo ridículo de la falta de conducción seria del país. Ojalá fuera solamente eso. Lo he citado, porque es una imagen tristemente grande.
En muchas cocinas departamentales también se cuecen habas; debemos evitar que la superficialidad nos gane.
Nuestro destino depende de nosotros mismos.
Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante