Medicina rural: equidad y futuro para todo el país
La salud es un derecho humano fundamental y no puede depender del lugar en el que uno nace o vive. Sin embargo, en Uruguay persiste una brecha histórica: mientras Montevideo concentra a la mayoría de los médicos, apenas un 1% de ellos se encuentra radicado en zonas rurales. Esa desigualdad no solo se mide en kilómetros de distancia, sino en vidas que se pierden por falta de acceso a la atención médica en tiempo y forma.
Por eso, celebro con esperanza la decisión de la Ministra de Salud Pública, Cristina Lustemberg, de crear la figura del primer referente nacional de medicina rural y designar al Dr. Ramón Soto en ese rol. Se trata de un paso fundamental para visibilizar y atender con seriedad los problemas estructurales de la ruralidad, y hacerlo con la mirada puesta en el territorio y en la equidad.
El Dr. Soto no solo lleva más de tres décadas ejerciendo en Rincón de Valentín, sino que representa la esencia de la medicina rural: compromiso, cercanía y resiliencia frente a la falta de recursos. Su designación pone en la agenda nacional lo que muchos médicos y comunidades del interior vienen reclamando hace años: que la salud rural no sea un apéndice secundario, sino parte central de la política sanitaria.
Ahora bien, la medicina rural no puede sostenerse solo con voluntad. Se necesita integrar soluciones innovadoras que nos permitan reducir la desigualdad territorial. La telemedicina y la telesalud, apoyadas en la expansión de la conectividad, son herramientas que debemos potenciar. No reemplazan al vínculo humano entre médico y paciente, pero sí abren puertas para que un especialista en Montevideo pueda orientar un diagnóstico en Artigas, o para que un control pediátrico se haga a distancia en una comunidad que de otra forma debería esperar meses.
La clave está en combinar lo mejor de dos mundos: equipos de salud efectivamente instalados en cada comunidad y tecnología que amplíe las posibilidades de acceso a especialistas. Con creatividad, podemos formar nuevas figuras profesionales —como enfermeros capacitados para actuar en emergencias— y reforzar la atención en áreas críticas: salud mental, primera infancia, patologías tiempo-dependientes.
La decisión de la Ministra Lustemberg abre un camino que debemos transitar con responsabilidad. Implica escuchar a las comunidades, articular con las intendencias, prestadores públicos y privados, y garantizar que los avances no sean pasajeros, sino parte de una estrategia nacional sostenible.
La medicina rural es mucho más que atención médica: es justicia social, es desarrollo local, es dignidad para quienes eligen vivir y trabajar en el interior profundo. Hoy tenemos la oportunidad de dar un salto hacia un país más equitativo, y debemos hacerlo sin titubeos. En el próximo presupuesto nacional seguiremos con detención el rubro que se dedicará a la salud en el área rural.
Álvaro Lima – Diputado por Salto