En política, los presupuestos son mucho más que números: son señales. Reflejan qué país queremos y hacia dónde decidimos orientar los recursos públicos. Por eso, las reasignaciones aprobadas en el nuevo presupuesto nacional no son simples adecuaciones contables, sino decisiones estratégicas que fortalecen las áreas que más impacto generan en la vida de nuestra gente.
Defendimos con convicción una mayor inversión en educación, ciencia y cultura, porque ahí se juega el futuro del Uruguay. La Universidad de la República (UDELAR) recibirá $225.000.000 más, distribuidos en $95 millones para becas estudiantiles, $70 millones para descentralización y $60 millones para desarrollo tecnológico. Invertir en la UDELAR es construir por los jóvenes, por la equidad territorial y por la investigación que impulsa el desarrollo.
La Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC) recibirá $80.000.000 adicionales, una inversión que permitirá extender su alcance a 15 departamentos y ampliar los programas de becas estudiantiles. Esta asignación reafirma la prioridad del gobierno en fortalecer la educación pública terciaria en el interior, impulsando la formación en áreas estratégicas vinculadas a la ciencia, la tecnología y la innovación. Con la UTEC, el conocimiento viaja donde antes no llegaba: es educación que descentraliza, iguala oportunidades y apuesta al futuro productivo del país.
También aseguramos $5.000.000 para el CECAP, que ofrece una segunda oportunidad educativa a jóvenes que no lograron completar su formación. En el mismo sentido, destinamos $10.000.000 al teatro independiente, porque la cultura es parte del alma nacional y motor de cohesión social.
La salud no quedó afuera: el Hospital de Clínicas contará con $60.000.000 adicionales, fundamentales para modernizar su infraestructura y mejorar la atención a miles de uruguayos.
En materia de ciencia y tecnología, fortalecimos al Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, que recibirá $20.000.000, y a los Parques Tecnológicos de Pando y Rivera, que sumarán $24.000.000 en total —$12 millones para cada uno—, consolidando polos de innovación que vinculan la investigación con el sector productivo.
Pero también entendimos que sin transparencia y sin contralor, ningún presupuesto sirve. Por eso asignamos $25.200.000 a la Fiscalía General de la Nación (monto que irá aumentando progresivamente) y $3.000.000 a la JUTEP (Junta de Transparencia y Ética Pública), fortaleciendo instituciones clave para garantizar que cada peso público se use con justicia, ética y eficiencia.
Además, destinamos $6.000.000 en subsidios y subversiones a organizaciones sociales que trabajan día a día en los territorios, sosteniendo redes de apoyo comunitario que el Estado debe acompañar.
Una de las decisiones que más satisfacción me genera es haber asegurado recursos (8 millones de pesos) para programas de alfabetización en cárceles, un paso concreto hacia una política de reinserción social más humana y transformadora. Porque creemos que la educación también debe llegar a quienes están privados de libertad: aprender a leer y escribir no solo abre puertas, también reconstruye dignidades.
Este presupuesto también jerarquiza al interior del país, al reforzar políticas de descentralización universitaria, tecnológica y social. No hay desarrollo nacional posible si no se equilibra el acceso a la educación, la ciencia y la cultura en todo el territorio. Cada peso invertido en Rivera, en Salto o en Pando es una inversión en justicia territorial y en igualdad de oportunidades. Es reconocer que el conocimiento y la innovación no tienen por qué concentrarse en Montevideo, sino florecer donde la gente vive, produce y sueña su futuro.
Este presupuesto no es el de un gobierno encerrado en su propia agenda. Es el de un Uruguay que dialoga, reasigna y mejora, con acuerdos amplios y con la mirada puesta en el bienestar colectivo. Porque cuando los recursos se orientan con sentido social y con transparencia, se cumple con la gente.