Más obras para Salto: infraestructura que integra, empleo que dignifica
Por Álvaro Lima – diputado nacional.
Cuando hablamos de presupuesto público en infraestructura y transporte, no hablamos de cemento: hablamos de igualdad de oportunidades, de seguridad vial, de empleo local y de competitividad para el interior productivo. Por eso celebro —y defiendo— que el gobierno nacional priorice con hechos lo que algunos todavía discuten en abstracto: más obras para Salto y para todo el litoral.
Lo dije en campaña y lo sostengo hoy: Más obras para Salto desde el gobierno nacional. Como se prometió, la Ruta Nacional 31 será objeto de rehabilitación integral, al 100%, desde el Municipio de San Antonio hasta el límite con Tacuarembó. A su vez, la Ruta 3 será intervenida en su totalidad. Estas no son obras “cosméticas”; son corredores estratégicos que conectan producción, servicios y turismo, y que salvan vidas cuando llueve, cuando un traslado sanitario no puede esperar o cuando una familia vuelve de noche a su casa en el interior profundo. De eso se trata la política cuando es seria: de dar respuestas concretas a necesidades concretas.
El Plan de Transportes presentado por el MTOP fija un volumen de inversión del orden de US$ 2.100 millones para todo el período y prevé un aumento de 25% hacia el final del quinquenio, combinando ejecución directa de Vialidad con Corporación Vial del Uruguay (CVU), concesiones y esquemas de Participación Pública Privada (PPP). Parte de esa cartera consolida compromisos ya asumidos —alrededor de US$ 635 millones— y prioriza corredores estratégicos para logística, seguridad vial y resiliencia frente a eventos climáticos. Es una señal nítida: el gobierno nacional pone a la infraestructura como palanca de equidad territorial y competitividad productiva.
Presupuesto como herramienta de equidad territorial
Un presupuesto es una brújula. Pone prioridades y deja claro a quién se mira primero. En un país históricamente centralizado, hoy el mensaje es nítido: el interior cuenta. La inversión en rutas, accesos y puentes que el gobierno nacional ha planificado y activado —con cronogramas, estándares técnicos y metas— no solo mejora la transitabilidad; reordena matrices logísticas, baja costos de flete y destraba oportunidades para PyMEs, cooperativas, productores familiares y cadenas turísticas del litoral. Esa es la diferencia entre declamar y gestionar.
La planificación sectorial lo respalda y lo ordena; no partimos de impulsos, sino de un plan de transportes presentado con objetivos y cartera de obras priorizadas, que el país viene ejecutando con mirada multianual.
Por qué la 31 y la 3 importan (y mucho)
Ruta 31: Es la espina dorsal Este–Oeste de Salto. Su rehabilitación integral reduce tiempos de viaje, mejora la conectividad entre localidades y baja la siniestralidad al eliminar baches, corregir peraltes y asegurar drenajes. Para quien vive en Colonia Lavalleja, San Antonio o Biassini no es un titular: es la diferencia entre llegar o no llegar cuando más importa.
Ruta 3: Es nuestro corredor vertical con el país y la región. Su intervención total —firmes, banquinas, señalización e intervenciones urbanas de acceso— fortalece el enlace con puertos, pasos de frontera y nodos logísticos, y hace más atractivo invertir en el litoral. Turismo termal, citrus, arándanos, madera, software y servicios profesionales: todos ganan con una Ruta 3 segura y moderna.
Un país que se toma en serio su interior
No hay desarrollo equilibrado si el interior sigue esperando el “después”. Salto no puede quedar para después. Con la Ruta 31 rehabilitada al 100% hasta Tacuarembó y la Ruta 3 intervenida íntegramente, damos un paso grande en la dirección correcta.
Falta mucho, sí; pero lo que hoy está en marcha no es promesa: es obra. Y obra significa empleo, seguridad y oportunidades.
Desde mi banca voy a acompañar, cuidar y empujar cada tramo y cada hito, con la convicción de que la infraestructura es justicia territorial. Porque cuando una ruta se arregla en el interior, no solo avanza un departamento: avanza el país entero.