En estos tiempos en que en algunos predican la libertad de mercado irrestricta como la panacea para el desarrollo y el logro de la felicidad colectiva, nos parece bueno destacar la necesidad de que el Estado tenga algunos roles dentro de la Economía, actuando como regulador y orientador.
A modo de ejemplo y para no hablar en abstracto, mencionamos un par de casos exitosos. Uno de ellos es la creación de Conaprole en el año 1935, Empresa Pública No Estatal. En sus inicios el Estado le otorgó el monopolio del abasto de leche fluida, asegurando la comercialización a quienes producía y el consumo de un alimento en buenas condiciones de salubridad a la población.
Desde esa fecha hasta la actualidad, el desarrollo de la lechería del Uruguay está fuertemente asociado a esa empresa. No desconocemos la existencia de otras industrias privadas que compiten y que brindan alternativas comerciales para productores y consumidores. El Estado no dirige Conaprole, pero tuvo un rol central en su fundación, y gracias a esa Política (y muchas otras) la lechería exporta en torno a 900 millones de dólares al año y los uruguayos tenemos un consumo promedio anual de lácteos al nivel de los países más ricos.
Otra política más reciente ha sido la ley forestal y las políticas para promover la forestación. Una política pública sostenida a lo largo del tiempo. Hoy significa trabajo para muchas personas, la celulosa es el principal rubro de exportación del país y ha obligado al desarrollo de infraestructura, que aspiramos a que sea de utilidad para el desarrollo de otros sectores.
Ambos casos no están libres de problemas y aspectos negativos que se deben mejorar y corregir, pero nada indica que la alternativa de no hacer nada desde el Estado fuera una mejor opción.
Situándonos en Salto, queremos proponer un par de sectores que requieren de políticas públicas de apoyo e incentivos, acordadas y sostenidas en el tiempo. No por favorecer al “sector” específico, sino por las oportunidades que brindan los recursos disponibles en el territorio y las necesidades de quienes habitamos en él.
Las Ovejas en el basalto uruguayo
En Uruguay, especialmente en la región de basalto (Artigas, Salto, Paysandú, Tacuarembó), la oveja tiene un significado muy importante para las familias ganaderas, tanto en términos económicos como culturales y sociales. Es una producción que se adapta bien a los suelos del basalto superficial y a la variabilidad climática, teniendo la capacidad de sobrellevar mejor los periodos de sequía; requiere menor inversión que otros rubros agropecuarios, siendo accesible para la agricultura familiar; hay una fuerte cultura y tradición de trabajo con los ovinos en la población de la zona; genera ingresos por carne y lana; permite diversificar los ingresos complementándose con el vacuno y realizar un mejor manejo del campo natural.
Hay aspectos macro y micro que deben ser abordados para impulsar este rubro. Sin agotar la lista, mencionamos algunos: controlar los perros y el abigeato; control de la bichera; capacitación de forma de integrar la cultura y la tradición, con las nuevas tecnologías y demandas del mercado; desarrollo de infraestructura predial y de uso público; desarrollo de empresas de servicios especializadas radicadas en el territorio; apertura de mercados; identificación de nichos y desarrollo de productos especializados; atraso cambiario.
La lechería por fuera de la cuenca principal de Uruguay
Este es un rubro en el cual Uruguay es competitivo en el mercado internacional y tiene el potencial de incrementar su producción. Actualmente ocupa unas 600 mil hectáreas en el país, siendo uno de los rubros que mayor valor exporta por unidad de superficie ocupada. Es un rubro más exigente que la ganadería tradicional en cuanto a recursos naturales e inversión, pero igualmente viable en gran parte del país.
No pensamos en el desarrollo de la lechería como un objetivo en sí mismo, sino como una herramienta para el desarrollo del territorio. Es una actividad que demanda mano de obra y servicios públicos y privados, genera mayor producto por unidad de superficie que la ganadería o agricultura extensiva, haciendo viable la agricultura familiar en unidades de menor superficie.
Una de las características es la existencia de un complejo lácteo, con una fuerte integración de la cadena, que hace más fácil el acceso del sector primario al financiamiento, asistencia técnica y capacitación.
En nuestro caso debemos pensar en las zonas del basalto profundo, en el oeste del departamento, pero no en forma aislada, sino buscando integrar la región y diversos actores, públicos y privados. Las gremiales de productores, las industrias lácteas, los Institutos de Colonización y de la Leche, el MGAP y los Gobiernos Departamentales tienen importantes tareas que cumplir si se decide impulsar una Política de Estado en este sentido. En particular, si queremos que la lechería sea con muchos tambos y muchas familias, siendo una actividad que promueve naturalmente el afincamiento de la familia en el predio.
Hay que trabajar algunos temas para desarrollar la lechería fuera del área principal actual: capacitación y formación en todos los niveles; identificación y promoción de jóvenes interesados; acceso a financiamiento adecuado en tasas de interés y plazos; beneficios tributarios potentes en áreas priorizadas; promover acuerdos y beneficios a industrias que promuevan la expansión de la cuenca y el desarrollo de nuevos tambos; desarrollo de herramientas financieras para reducir el impacto de las oscilaciones de precios del mercado internacional y la variabilidad climática.
Si queremos el desarrollo de estos sectores resulta claro que el Estado tiene un rol fundamental que cumplir, con definición de políticas claras y sostenidas, objetivo que no puede alcanzarse si se deja librado al mercado, con una visión liberal a ultranza.
Este 27 de Octubre, con Seregnistas, con la 95, tenemos razones para impulsar un modelo de Desarrollo Nacional