Mirá los cambios que hizo el Codicen para aumentar la presencialidad en centros educativos

Entre otras cosas, se estableció que, en niveles de Inicial y Primaria, se deberá mantener un metro de distancia entre los estudiantes.

El Consejo Directivo Central (Codicen) resolvió este martes actualizar el protocolo para los centros educativos luego de que las autoridades sanitarias le dieran el aval. En concreto se resolivó modificar los artículos del protocolo de reintegro de estudiantes a los centros educativos, con el objetivo de aumentar la presencialidad en las aulas.

El Codicen estableció que, en los niveles de Educación Inicial y Primaria, se deberá mantener un metro de distancia entre los estudiantes, mientras que, en Educación Media y Terciaria, será necesario un metro y medio.

No obstante esto, el uso de las mascarillas (tapabocas) no será obligatorio para los niños durante la permanencia en el centro, siempre y cuando se logre asegurar la distancia necesaria entre ellos de un metro. Para niños mayores de seis años del uso del tapaboca continuará siendo obligatorio cuando la distancia sea de un metro.

Estos cambios surgen luego de que el Grupo Asesor Científico (GACH) emita un comunicado en el que recomendaba estas actualizaciones y donde se aclaraba que “el riesgo de daño por no acceder a las clases presenciales era mayor que el de un eventual contagio”.

Sobre el informe del GACH

“Los niños se contagian y enferman de COVID 19 en menos proporción que los adultos. Cuando lo hacen, se presentan con mayor frecuencia como casos leves o asintomáticos. Son excepcionales los casos graves, de hecho, mucho menos frecuentes que otras enfermedades que, sin embargo, no han motivado el cierre escolar”, apunta el reporte.

Los contagios en niños, tanto en el mundo como en nuestro país, se producen generalmente a través del contacto con un adulto. “Los niños no son grandes transmisores. En los informes epidemiológicos del MSP se expresa que los niños se ubican fundamentalmente al final de las cadenas, lo que orienta a que no juegan un rol importante en la transmisión de la enfermedad. Los niños rara vez son el caso índice y excepcionalmente causan brotes”, señala el informe, aunque aclara que a pesar de ello pueden transmitir el SARS-COV-2, especialmente a partir de los 10-12 años y, por lo tanto, “el riesgo nunca va a ser cero”.

Efectos adversos colaterales por la suspensión de las clases presenciales

Como al declararse la pandemia la mayoría de los países establecieron el cierre escolar, ya se ha podido conocer cómo estas medidas afectaron a cientos de millones de niños, indica el GACH.

“La demora de los países en dar respuestas proactivas y multifacéticas que aborden las necesidades sociales, económicas y de salud de los niños aumenta las desigualdades y posterga el cumplimiento de los compromisos con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, apunta.

“Balancear el posible beneficio del cierre escolar (total-parcial) versus los efectos adversos secundarios es clave, alineándose con la Comisión de OMS-UNICEF en la importancia de abordar integralmente los factores sanitarios, sociales y educativos para que los niños sobrevivan y prosperen durante esta pandemia. La UNESCO se ha expresado en igual sintonía apoyando a los países en sus esfuerzos por mitigar el impacto negativo del cierre escolar, en particular para las comunidades más vulnerables y desfavorecidas, alentando a la continuidad de la educación para todos a través del aprendizaje presencial y a distancia”, agrega.

Como efectos colaterales se detsacan “malnutrición, falla de aprendizaje, deserción educativa, estrés de educadores y de padres, menor cuidado de niños, mayores costos económicos para las familias, ausentismo de trabajadores esenciales, mayor violencia y explotación infantil, aislamiento social, entre otros factores negativos vinculados a la interrupción educativa”.

“Los efectos adversos del cierre escolar son indudables en la salud física y mental de los niños y de sus cuidadores. La falta de educación afecta mayormente y en forma desproporcionada a niños vulnerables de contexto desfavorecido. A esto se suma el papel de la escuela en los programas de alimentación, el cuidado de los niños mientras los padres trabajan, el aumento de las obligaciones del cuidado infantil que puede ser crítico en los trabajadores de la salud, perjudicando mayormente la atención sanitaria en épocas de emergencia”, remarca el reporte.

Las escuelas “brindan protección y supervisión, y los cierres aumentan la carga económica de las familias que usan guarderías, pasando a depender de familiares mayores vulnerables. Los padres que trabajan pueden dejar a sus hijos sin supervisión o renunciar al empleo para quedarse en casa con ellos”.

El informe agrega que “la escuela promueve una vida social activa de los niños que impacta positivamente en su salud mental”. “La pérdida de relaciones con compañeros se ha asociado con depresión, inseguridad, ansiedad, trastorno adaptativo y estrés postraumático. La convivencia forzosa en un entorno familiar, con padres que sufren problemas económicos y de salud mental, expone a los niños al riesgo de sufrir comportamientos violentos”.

Por lo tanto, “las medidas de distanciamiento social son un factor de riesgo probado para el estrés y abuso infantil”.

“Esta realidad previamente constatada durante las vacaciones escolares y en períodos de desastre naturales, se ha corroborado con la pandemia”, dice el GACH, que remarca que los cierres educativos aumentan las desigualdades y resienten los sistemas de protección a la infancia, donde los maestros, junto al sistema sanitario, cumplen un rol clave.

Montevideo Portal – Foto: FocoUy

 

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